La impotencia del gobierno actual en gestionar las ayudas europeas de New Generation. de la UE asignadas a España. (140.000 millones de euros) ha sido comentada en la prensa. Desde mi punto de vista es incomprensible la falta de un debate público sobre este tema tan importante en estos momentos.
Por eso publico,a continuación algunos datos de una reseña, que publiqué en Economía Industrial, de un libro publicado por el FMI en 2020 y que subraya lo reseñable de una política industrial. Ello explica las dificultades en articular la inversión industrial en nuestro país. “The Return of the Policy That Shall Not Be Named: Principles of Industrial Policy”FMI, 2020
Hoy la industria representa el 16% de nuestro PIB, pero en la España de 1975 suponía el 30%. Si lo comparamos con otros países 29,1 % Alemania o 30,.6% en ka republica Checa.
Entre tanto hubo una reconversión industrial, absolutamente dramática, cuya historia real está por escribir.
La entrada en la Unión Europea (entonces CEE) y la poca competitividad de nuestra industria fue la causa aducida entonces. Desaparecieron la industria siderúrgica, la naval, el automóvil (casí), la nuclear las industrias tradicionales, etc.
En el caso de la nuclear, cuando acabé mis estudios de Ingeniería Industrial (1971) existía en Madrid una empresa de ingeniería que ocupaba más de 1.800 ingenieros especializada en el diseño y construcción de centrales nucleares. Se había formado la Sociedad Nuclear Española (SNE) y nuestro país era referente en esta tecnología. De hecho, el régimen de Franco tenía proyectado la construcción de 27 centrales nucleares de las que al final se construyeron 10. Para los interesados ver el libro “The Economic History of Nuclear Energy in Spain. Governance, Business and Finance” editado por Mª Mar Rubio-Varas y Joseba de la Torre Campo (The Economic History of Nuclear Energy in Spain: Governance, Business and Finance | SpringerLink).
Desgraciadamente, en los 80 el gobierno de Felipe González optó por una moratoria que ha seguido hasta hoy. Curiosamente, algunos grupos ecologistas han optado ahora por defender este tipo de energía.
El sector de la ingeniería era otro sector emergente. Surgido a partir de la construcción de las bases del ejercito norte americano en España, dio origen a más de 10 empresas importantes en España y era un destino típico para un ingeniero egresado en la época. Esta por escribir la historia del sector cuya patronal es Tecniberia.
Hoy un ejemplo sobresaliente es Técnicas Reunidas empresa líder en el mundo y cuyo fundador (Jose Lladó) ha fallecido hace poco, factura alrededor de 5.000 millones de euros y emplea a casi 7.000 personas exportando tecnología a todo el mundo.
No hay que olvidar que la ingeniería dio lugar a una industria de bienes de equipo que fue fundamental en los años 70 y 80. Aún, actualmente., el sector de bienes de equipo constituye uno de los grandes motores de la economía española. El sector cerró en 2022 con una facturación, de 75.000 millones de euros. 350 empresas que operan en España son responsables de 280.000 empleos directos, así como de otros 500.000 indirectos. generando el 22 % de las exportaciones españolas. (según la patronal SERCOBE).
Sería muy extenso debatir este tema, pero apuntar que en gran parte, el problema del crecimiento industrial se debe a que el 99,4% del tejido productivo lo componen PYMES y, de ellas, un 84% son microempresas (menos de 10 empleados).
La reciente pandemia de COVID19 y la Guerra de Ucrania están teniendo efectos radicales en la economía global y la organización industrial. Un análisis en Google Scholar arroja más de 18.000 resultados si se introducen esos términos. Todo ello, ha forzado a las economías occidentales a introducir programas y proyectos nacionales y transnacionales (“Next Generation” en el caso de la Unión Europea) para reducir su impacto en las economías. ¿Supone esto una vuelta a la política Industrial? Las editoriales académicas y los organismos institucionales como Banco Mundial, OECD, etc. vienen publicando diversos textos sobre el retorno o la necesidad de nuevas políticas industriales para relanzar las economías nacionales en el nuevo contexto mundial causado por estos acontecimientos.
Esta es la reseña un texto de 2020 editado por el FMI como un documento de trabajo que ha sido preparado por dos economistas del FMI y profesores de Georgetown University: R. Cherif and F. Hasanov.
Este documento analiza cómo se pueden desarrollar políticas industriales que permitan a países medios y pobres un crecimiento sostenible. Para ello, este texto se basa en el éxito “milagroso” que las economías asiáticas (Corea, Hong Kong, Singapur y Taiwán) han experimentado desde la década de los 60. Estos modelos, con sus fallos y éxitos, alumbran el eje del debate del presente texto. Para los autores este éxito se basa en una política industrial auténtica descrita como Política Tecnológica y de Innovación (PTI). Tres principios subyacen en la raíz de estas políticas:
- la intervención estatal para recomponer los fallos del mercado que impiden la aparición de productores nacionales en industrias cruciales;
- la orientación a la exportación, en contraste con las políticas obsoletas de importación de maquinaria y,
- la promoción de competencia interna y externa frente a las políticas autárquicas del pasado.
El éxito viene asegurado por políticas que subrayen la innovación y la tecnología en cada estadio del proceso de desarrollo. Estas políticas serian esenciales también en países productores de materias primas para diversificar su economía. Tres principios deben ser la guía de las políticas: ambición, control y adaptabilidad.
Las recetas clásicas de crecimiento, como mejorar el entorno empresarial, las instituciones y las infraestructuras, preservar la estabilidad, invertir en educación y minimizar las intervenciones gubernamentales (reformismo), no bastan para mantener un alto crecimiento a largo plazo. Estas políticas solucionan los «fallos de la gobernanza», pero no los «fallos del mercado», especialmente en el desarrollo de sectores tecnológicos.
En el proceso de evolución de los países de renta baja a media, estos requieren nuevas fuentes de crecimiento cuando las ventajas de la mano de obra barata, la reasignación sectorial desde la agricultura a la manufactura y de la fácil adopción de tecnología extranjera disminuyen.
En ese proceso, los salarios suben y la competitividad se reduce. Superar la fabricación intensiva en mano de obra y aumentar la productividad y la renta per cápita requiere innovación. En este proceso el crecimiento sostenible requiere la introducción y desarrollo de nuevas tecnologías y productos y todo ello demanda un nivel alto de exportación acompañado de una población con porcentajes altos de educación secundaria y terciaria.
El documento apunta algún ejemplo interesantes. Corea pasó de no tener experiencia en la gestión de una acería integrada a construir una de las mayores del mundo en Pohang; a pesar de no tener experiencia en la construcción naval, Hyundai (una empresa de construcción) construyó el mayor astillero del mundo (y simultáneamente su primer barco); y, por último, la misma empresa pasó a la industria automovilística sin experiencia previa, y crear sus propias redes de concesionarios en EE.UU., el mercado más grande y competitivo del mundo.
Podemos comparar estos ejemplos con los de la industria del acero, naval y del automóvil española víctimas de la reconversión de los 1980s
La sección más relevante de este texto es la relativa a las políticas PTI de estos países basadas en tres ejes: Intervenir para crear nuevas capacidades y dirigir recursos hacia las nuevas industrias; fomentar la exportación y la competencia.
Ello impulsando el avance tecnológico en nuevas industrias que los autores denominan “sofisticadas” (basadas en la I+D) frente a las clásicas como la agroalimentaria o el turismo y tratando de resolver los fallos del mercado.
Finalmente, hay que añadir que los autores sostienen que las políticas PTI ofrecen conceptos muy útiles para una estrategia de crecimiento y (esto es novedoso) que herramientas tradicionalmente asociadas a la política industrial, como las subvenciones, los aranceles y el uso de empresas públicas, no son necesariamente formas eficaces de aplicar las PTI.