Han pasado semanas sin publicar un mensaje en este blog. La razón fue que no encontraba un mensaje positivo para incluir en el mismo y no quería contribuir a la atmósfera tan negativa que respiramos todos los días en España. Incluso en un entorno aislado, como la universidad, recientemente en un taller sobre creatividad que algunos profesores estaban llevando a cabo me sorprendió que, en una fase de ella, tuvimos que construir con piezas de LEGO un escenario de nuestro mundo. Con excepción de un miembros del grupo, el resto construyó escenarios sombrío donde no era visible ninguna esperanza.
Por eso quiero dedicar este último post del año a nuestros jóvenes, a los que luchan aquí con salarios de miseria y desesperanza y los que han emigrado y nos hacen recordar aquellos amargos años los 60 de “Vente a Alemania Pepe”. He tenido la oportunidad de ver y escuchar a muchos de ellos últimamente en los aeropuertos y en nuestro país y reflexionar sobre sus experiencias.
En primer lugar desde sus actuales paises no entienden el país en el que les ha tocado vivir y, sobre todo, la irresponsabilidad de las generaciones anteriores, que por unos beneficios miopes y egoísta han arrasado el país. ¿No cayeron en la cuenta de que sin estas nuevas generaciones nuestro crecimiento futuro será casí cero? ¿Quién esperan nuestros líderes que adquirirán el Parque Jurásico de inmuebles que han construido? No serán, por supuesto, nuestro mileuristas (60% de la población española gana menos de 1000 euros al mes), tampoco nuestros ingenieros y científicos que trabajan en los EE.UU., Noruega, Alemania o Austria. Algunos cínicos afirman que esto es positivo porque cuando regresen van a contituir una masa de jóvenes de alto nivel de educación . Pero si ese es el caso, en que industria?, en que los laboratorios privados o publicos? ¿Estarán interesados en regresar a salarios de miseria, entornos de trabajo cutres donde la meritocracia es un sueño?.
Y, sin embargo, estos jóvenes han sido muy bien recibidos en los paieses y empresas de acogida. Un colega extranjero me preguntó recientemente cómo nos podemos permitir que, después de haber invertido una fortuna en la formación de técnicos y profesionales los enviemos a trabajar en otros países. ¿Están Vds. locos? Me comentó.
¿Por qué no escuchamos a estos jóvenes? Vamos a preguntarles qué piensan de su país y de su futuro y tal vez podríamos aprender algo y decidamos hacer algo al respecto en lugar de lamentarnos como es habitual en nuestras reuniones y conversaciones. Esta es la tarea urgente que debemos abordar en el año 2013, tanto individual como colectivamente. Es una lástima que ningún grupo ha tenido la valentía de expresar las cosas con realismo y derramar nuevas ideas innovadoras.
Mis mejores deseos para el año nueco a todos
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